viernes, 5 de enero de 2018

Algo con lo que tienes que vivir.

Algo con lo que tienes que vivir. (Something You Have to Live With.)

Cuento del libro: A merced del viento. Autora: Patricia Highsmith.

Sinopsis:
La "Algo con lo que tienes que vivir" cuenta sobre Stanley Brixton, un crítico literario y su esposa Ginnie con su gato Cassie. Acaban de mudarse de Nueva York a Connecticut en una casa en una colina sin otras casas a su alrededor por una milla.
Por primera vez, Ginnie estaba sola en la casa. Estaba cansada y decidió irse directamente a la cama y levantarse temprano en la mañana. Una vez en la cama, Ginnie escuchó el ruido de conducir en frente de la casa. Se dio cuenta de que no había cerrado la puerta. Fue inmediatamente a la parte de atrás y la cerró. Una vez más arriba, escuchó que estaba encerrada en la casa. Bajó las escaleras de nuevo y encontró un ladrón. Ella vio que el teléfono estaba cortado. Se sintió impotente. El ladrón estaba robando todas las joyas. Cuando le dio un portazo al gato Cassie, Ginnie se sintió muy enojada, tomó un taburete de cocina y lo golpeó con el borde del asiento. Una voz de la casa llamó a Frankie y poco después escuchó un automóvil que conducía por el camino. El ladrón estaba muerto. Sabía que tenía que enfrentar el hecho de que le quitó la vida a alguien. Su esposo y un psiquiatra no pudieron quitarle sus penas. Era algo con lo que Ginnie y su esposo tendrían que vivir. De hecho, ella sabía que medio arruinó su matrimonio. Pero no fue una razón para el divorcio.

Este es un cuento que no me gustó mucho. No tomé notas que me parecieran relevantes. En principio, parece bastante simplista, y diría hasta ingenuo. La charla entre el delincuente y la mujer dueña de casa, es poco creíble, el bandido, a simple vista desarmado, refiriéndose de usted, y pidiéndole tranquilidad a la dueña de casa mientras desarrolla el robo, por parte (mínimas) es cómico. Claro que este es de la mirada personal, y viendo la realidad diaria de los robos actuales, en su mayoría (al menos los que reflejan los medios, y otros que se conocen del boca en boca) resultan violentos (no solo violencia física, sino también verbal), pero esto no sucede en el cuento, es más bien un robo “pacífico”, un hurto (ya que no hay violencia) casi como pidiendo permiso. Es un relato con vaivenes entre lo cómico, lo ridículo, lo poco creíble, etc… En un momento, aparece el pensamiento de la autora adjetivando negativamente al personaje, y diría innecesario, cuando dice “-La asquerosa cabeza se volvió hacia ella(p. 78) Era un ladrón bastante simpático, un poco tontuelo. Llegando a mitad del relato, todo cambia, con el disparador del gato (una gata). Aquí aparece la tensión y la acción, el ladronzuelo ataca a la gata, el animal sucumbe, y esto despierta una emoción violenta en la víctima del robo logrando matar al delincuente. Se sucede un cuadro bien logrado cuando, conociendo los hechos, la mujer víctima camina sola por la calle buscando ayuda y sin encontrar a nadie. El hecho estaba justificado para la ley. Incluso para la sociedad, sus vecinos la alentaban. Pero repercutió en su mente, en su persona. Luego de eso, pasados meses, quedó traumada. Hoy lo llamarían “estrés pos-traumático” o algo así. El marido le recomienda visitar un psiquiatra, ella accede y el profesional solo le receta pastillas tranquilizantes que no surten ningún efecto positivo. Aquí se ve claramente una crítica a dicha profesión, a mi parecer, no muy errada en muchos casos actuales, profesionales que erran en el diagnóstico o que evaden la atención derivando en pastillas. En el cuento directamente fue al psiquiatra, aquí en el país, dentro de todo está más respetada la profesión de psiquiatra que la de psicólogo, casi un escalón por debajo, y a mi creer, bastante cuestionada, sobre todo por aquellos que “crean” pacientes crónicos. A pesar de su problema, ella dice que “quedó perturbada”, su vida continúa, no se separa del marido, pero existe cierta distancia que se genera por alguna razón, en parte por los hechos vividos por ella, no obstante, el cuento da una vuelta, y aparece el marido, él es parte del remate del cuento, es él que no entiende mucho la situación, o trata de resolverla, y como no lo logra, su esposa no vuelve a ser la misma que antes, es “algo con lo que tiene que vivir”, una incomodidad que queda como una marca en sus vidas. Lo soportan, lo toleran, está allí, no se ve solución a la vista, pero les permite seguir viviendo juntos.

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